EL ESTUDIO DE LOS REGIMENES ANTIDEMOCRATICOS DEL ALBA (OCTUBRE 2012)
La situación de la democracia que se observa en varios países del ALBA, cuyos gobiernos profesan el llamado socialismo del siglo XXI: Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Venezuela, grupo al que perfectamente se podría añadir Argentina, genera de parte de la clase política, politólogos y medios de comunicación, una gran variedad de conceptualizaciones similares entre sí: democracias autoritarias, democraduras, neopopulismos autoritarios, populismos totalitarios, gobiernos dictatoriales, gobiernos cuasi totalitarios, regímenes totalitarios.
Dicha similitud de criterios sobre un mismo fenómeno por parte de diversos actores sociales, no es fortuita, pues se basa en la observación y señalamiento de una serie de rasgos y de prácticas del ejercicio del poder, compartidas por dichos regímenes, que son opuestas al concepto universal de democracia.
Veamos de manera puntual para la reflexión, varios de los rasgos que caracterizan a los gobiernos autodenominados del “socialismo del siglo XXI”: concentración del poder con permanencia indefinida vía elecciones de dudosa “transparencia”, supremacía de la figura del Presidente sobre el resto de poderes del Estado (eliminación de la independencia de poderes), transformación del andamiaje constitucional y jurídico con dichos fines, sometimiento del sistema de justicia a los deseos del ejecutivo, supresión de la libertad de expresión, persecución de los opositores políticos, violación a los derechos humanos, corrupción galopante, intolerancia política, nacionalismo exacerbado, racismo, violencia simbólica y física, clientelismo político, creación de un movimiento o partido de masas y de gobierno, fusión del gobierno (y su movimiento político) con el estado, existencia de un sistema masivo de propaganda y la creación de los “enemigos de la revolución”, fomento del “culto a la personalidad”, incremento de la intromisión del Estado en la mayoría de ámbitos de la vida social, (además de los ámbitos tradicionales: economía, salud, educación, seguridad), cooptación de intelectuales para eliminar el pensamiento crítico y justificar los abusos del poder , cooptación de la élite económica, politización y manipulación de las fuerzas armadas, creación de servicios de inteligencia para combatir a los opositores al régimen, cooperación interestatal política y económica entre regímenes antidemocráticos, búsqueda de espacios de poder conjuntos en organismos internacionales para favorecer sus intereses, flexibilidad ideológica (de derecha a izquierda, según la conveniencia) en la conducción de políticas de gobierno, permisibilidad de los gobiernos al surgimiento y fortalecimiento del crimen organizado, injerencia política y económica de “gobiernos aliados”, potencias emergentes y multinacionales de dichos países.
Examinemos también, para una comprensión más amplía de lo señalado, algunos de los procesos que configuran la coyuntura socio económica de los miembros del ALBA. Desde el punto de vista de lo que sería el tejido social sobre el que se construye este entramado político antidemocrático, se percibe la presencia de una variada gama de nuevas “capas medias”. Su surgimiento tiene diverso origen; por un lado son el resultado del crecimiento del aparato burocrático administrativo del Estado, inflado con fines político partidarios; por otro son la consecuencia de procesos de acumulación y redistribución impulsados vía gubernamental, fundamentalmente a través de contratos para la provisión de bienes, obras de infraestrcutura y servicios al Estado. Buena parte de las nuevas capas medias, son el resultado también de la circulación de recursos financieros que emanan de una economía subterránea nacional e internacional. Por su efecto, con un enfoque económico similar cabría considerar los importantes envíos de dinero que realizan los trabajadores migrantes en el exterior.
La élite dirigente de dichas capas medias la constituiría una nueva “boliburguesía” o “albaburguesia” (en substitución de la vieja “oligarquía” desplazada política y económicamente) y que aspira a ser la principal fuerza conductora y beneficiaria de los “procesos revolucionarios” “nacional liberadores” dentro de sus países. Por otro lado esas capas medias aglutinan a su alrededor a otros sectores “populares” caracterizados por el subempleo, en condiciones por debajo de la línea de pobreza, precaria educación, que bajo estrategias de coerción, complicidad y seducción del “Estado Protector” son convertidos en masas leales a las que se las condiciona para profesar el principio de la “democracia” de la “dictadura de las mayorías”. Es obvio que el apoyo que brindan estas “masas revolucionarias” a los gobiernos antidemocráticos del ALBA es fundamental, pues desde el punto de vista político les permite justificar su existencia. Sin embargo, a juzgar por las experiencias electorales registradas, estas “masas” no requieren ser una mayoría en términos de porcentajes de la población, para que cualquiera que sea la voluntad del total de votantes, el poder permanezca y continúe en manos de los “gobiernos revolucionarios” del “socialismo del siglo XXI”.
Una característica relevante del modelo de los países del ALBA, es que sus gobiernos han contado con importantes recursos económicos, gracias al alto precio de las materias prima, la profundización del modelo extractivista y el alto endeudamiento externo en condiciones onerosas. Recursos que han servido para apuntalar prácticas clientelares que si bien constituyen un paliativo a las duras condiciones de pobreza no son sustentables en el tiempo. Los casos de los gobiernos de Venezuela y Ecuador son en este sentido buenos ejemplos, pues gracias a haber contado con decenas de miles de millones de dólares en su presupuesto anual, hecho sin precedentes en la historia moderna, han emprendido obras de infraestrucura (carreteras, hidroeléctricas) y programas sociales: bonos, subsidios, programas de vivienda popular. Los gobiernos respectivos, a través de su sistema de propaganda masiva se encargan de promocionar con fines políticos estas “obras” como pruebas de “progreso revolucionario”, aunque en el fondo dichos países sigan sumidos en el subdesarrollo absoluto.
Se debe recordar en todo caso que el tema de los recursos económicos puede ser muy relativo cuando se trata de sostenimiento de un régimen antidemocrático, y que en países con regímenes totalitarios como Cuba, o como sucedió en varios países del Este de Europa, la población puede permanecer sometida incluso bajo condiciones de pobreza e incluso miseria.
Los abundantes recursos permiten al ALBA contar con una red de “amigos de la revolución” para la promoción y lobby internacional, compuesta por hombres de negocios, intelectuales, artistas, diplomáticos e incluso hackers informáticos. La estrategia de ampliación de su esfera de influencia económica y política a nivel internacional claramente se proyecta sobre organismos multilaterales, parte del Sistema de Naciones Unidas, lo que incluye al Sistema Interamericano de Derechos Humanos. En nombre de los “derechos de los Estados” se pretende a través de la cooptación de dichos organismos defender los intereses particulares de regímenes autoritarios.
Es indudable que el escenario presentado en términos de los rasgos de los regímenes y de los procesos que tienen lugar en los países del ALBA reviste enorme importancia para el futuro de la paz y la democracia en la región y exige un análisis que profundice en las conceptualizaciones mencionadas al inicio de este artículo, que incorpore un debate académico de mayor profundidad, que no se limite a la descripción y clasificación de los hechos y que se atreva a pensar el fenómeno y los procesos que observamos como los síntomas de una sociedad con graves dolencias, más que como la causa de los mismos.
Es fundamental que dicho debate se de sin restricciones, temores ni prejuicios, examinando los nuevos hechos sociales a la luz de las comparaciones y lecciones de la historia moderna (y premoderna de la América multiracial), analizando las particularidades de cada país, pero también los rasgos comunes pasados y presentes, de una manera multidisciplinaria. Personalmente considero se debe contar, como parte del instrumental teórico, con los aportes de la filosofía política (surgida de la trágica experiencia del nazismo y el estalinismo) relativos a las amenazas a las libertades que conlleva el advenimiento de la Modernidad (tardía en el caso latinoamericano) y el (viejo) “Estado moderno” , las cuales tienden a agravarse por las condiciones de atraso y exclusión social que persisten en América Latina.
De otra parte hace falta que se incorpore al análisis el contexto internacional, que es el de una economía globalizada (altamente dependiente del petróleo y recursos naturales) de adelantos tecnológicos, pero con intermitentes crisis económicas; de un manejo multipolar (con potencias y potencias regionales emergentes) de las relaciones internacionales, marcadas por conflictos y crisis geopolíticas.