Cómo proceder? (ó Qué hacer?) (18 JUNIO 2015)
Por varios días consecutivos los ecuatorianos cansados de ocho años de atropellos exigen en las calles del país la salida de Rafael Correa al grito de “Fuera Correa, Fuera”.
No hace falta ser muy prolijo en el análisis de los contenidos de las expresiones de rechazo al régimen para darse cuenta que la población ya no guarda respeto alguno por el gobernante, y que el principio de autoridad, tan mentado por Correa para reprimir a la población, en detrimento de la gobernabilidad democrática, ha quedado completamente socavado.
La situación, como el propio gobierno lo ha reconocido, es muy grave y demanda una salida democrática que se enmarque en la voluntad popular y lo que la constitución contempla. Se han levantado voces indicando que Correa debe rectificar y terminar su período, con el argumento de que no se deben repetir los errores del pasado cuando se derrocó a varios presidentes, a fin de evitar el daño a la imagen internacional del país.
Hay otras voces, sin embargo, que consideran que hay argumentos de mucho más peso que inclinan la balanza a una salida constitucional de Rafael Correa como única forma de solucionar la actual crisis política. Fundamentalmente son tres razones a tomar en cuenta para que se opte por la terminación constitucional del gobierno de Correa. La primera tiene que ver con la destrucción de la democracia (incluyendo la violación de la actual constitución) y la violación de los derechos humanos, que han sido perpetradas por el régimen y que ha menoscabado nuestra imagen a nivel internacional. La segunda no menos importante es la gravedad de la situación económica en la que se encuentra el Ecuador, al borde de la desdolarización, fruto de la mala administración y la corrupción campeante del régimen correísta, a lo que se suma la galopante deuda pública interna y externa, sin precedentes en la historia nacional.
Pienso que en criterio de la mayoría de los ecuatorianos, el grito de “Fuera Correa, Fuera“ responde a la necesidad histórica de impedir que el daño sufrido por la democracia, los derechos humanos y la economía nacional se ahonde en lo que resta del periodo presidencial hasta el 2017. A esto se suma la amenaza de la reelección presidencial, con un tribunal electoral sumiso, y la continuación indefinida de la dictadura correísta. Es un lujo que el pueblo ecuatoriano intuye no puede permitirse en las actuales circunstancias cuando los destinos del país están en juego.
La tercera razón, que constituye una condición indispensable para la gobernabilidad y el desarrollo del País, es que la única manera de apaciguar el clima de intranquilidad nacional, de evitar enfrentamientos violentos que pudieran significar derramamiento de sangre, es mediante la salida constitucional de Rafael Correa como lo demanda la población. Esta podría tener lugar vía su renuncia y mediante el llamado a elecciones anticipadas, organizadas por un tribunal electoral conformado por ciudadanos probos.
En cuanto a la imagen internacional, la mayoría de los ecuatorianos están conscientes de que para recuperar nuestra auto estima y prestigio es necesario dar el ejemplo en la región, mediante la celebración de comicios libres y la elección de un nuevo gobierno democrático, cuya primera medida a nivel internacional deberá ser retirar el respaldo a la ignominiosa candidatura de Patricio Pazmiño, actual Presidente de la Corte Constitucional de Justicia de Rafael Correa, como miembro “electo” de la Corte Interamericana de Justicia.