REFLEXIONES PARA JULIAN ASSANGE (Julio 2012)
Me puedo imaginar a Julián Assange dando vueltas dentro de su pequeña habitación en el barrio exclusivo de Knightsbridge, preguntándose qué suerte le deparará el destino, y tratando de imaginar a qué podría dedicarse en el Ecuador, en caso de que por algún acto de magia le permitan salir de la Embajada en Londres y viajar al país. Un detalle importante en el que no reparó mayormente el día cuando se habría forjado la alianza con el dictador a través de sus dos emisarios diplomáticos hace ya varios meses atrás.
Para alguien que nunca ha vivido en un país de la región de “Macondo”, tierra de viejos y nuevos patriarcas, le resultaría una verdadera sorpresa enterarse que las oportunidades son múltiples. Empezando por su actividad de “hacker”, que sería más que bienvenida de parte de la Secretaría de Inteligencia, donde Pablo Romero Quezada, reemplaza a su jefe de muchos años: Raúl Patiño. Recordemos que Romero fue Subsecretario Administrativo de Bienestar Social, donde era conocido por el pedido de “contribuciones voluntarias” para el “movimiento ciudadano” que estaba forjando el entonces super Ministro Patiño. En el nuevo puesto de “inteligencia y control” de la sociedad, cumpliría la tarea fundamental de conocer hasta el más mínimo detalle los movimientos y planes de la oposición, hurgar en la vida personal de sus miembros, encontrar sus puntos débiles, con el fin de manipularlos, chantajearlos, o desprestigiarlos en el momento oportuno. Todo esto en coordinación con el comedido de Carlos Marx. Algo muy fácil para Julián.
El experto australiano podría perfectamente dar cursos a los jueces de Correa, sobre “manipulación informática en juicios y sentencias”, sin que queden rastros; para que no vuelva a ocurrir lo del misterioso “Chuky Seven” durante el juicio a “El Universo”, y evitar así las impertinentes acusaciones de “manoseo de la justicia”, y de persecución a los periodistas y medios independientes. El problema es que no lo van a dejar asumir dichas funciones, porque los jueces correístas son considerados “sirvientes” del líder, pertenecientes a una casta incluso inferior a la de los “asambleístas alza manos”, y por supuesto no forman parte de la casta y élite revolucionaria, ávida de conocer y departir de forma exclusiva “face to face” con el australiano. Además Correa está consciente de que, la oportunidad para llevarse US 80, 40 ó 3 millones de dólares mediante juicios ya la perdió, por lo que no va a insistir en esa fórmula.
Por supuesto tendrá también la posibilidad de acceder a puestos menos aburridos y más importantes, algo diferente; donde pueda usar trajes a la moda comprados en Harrods, que resalten su seductora figura, para combinarlos con las camisas bordadas marca “Correa” o “Patiño”, o corbatas caprichosas, como las que utilizan en el llamado “circulo rosa”. Tendría donde elegir, desde un puesto en la Cancillería, donde ganaría además horas extra por las clases de inglés que durante el desayuno, almuerzo y la merienda le podría dar al Canciller monaguillo, e incluso al propio Correa, y por supuesto a la mayoría de los embajadores “a la carrera” de la “revolución ciudadana” hasta un puesto en la Fiscalía, cuyo titular por casualidad comparte toda una red de parientes en diferentes dependencias del gobierno con el dictador. Patiño sólo le pediría que por favor le ayude (planea pedírselo en navidades, antes de las elecciones, me contaron) a borrar toda huella de la “narcovalija” y de los “pativideos” y por supuesto de su vinculación con los difuntos Quinto Pazmiño y su esposa (el falleció de manera extraña y ella fue asesinada en su automovil) sin que llegaran a revelar aquellos pativideos inéditos que aducían guardar como “seguro de vida”. Chiriboga en cambio le pediría le ayude a librarse informáticamente de las múltiples denuncias que ha recibido por el caso “Palo azul” y otros escándalos de corrupción. En vista de que las consejerías para los gobiernos totalitarios aliados de oriente medio y del Alba ya están ocupadas, podría hacerse cargo de la correspondiente a los gobiernos autoritarios de Europa del Este. Con su red de contactos internacionales, de “estrellas de cine y millonarios de izquierda”, Assange crearía la atmósfera de boato y esplendor que requiere el “buen dictador” para que lo acepten en las altas esferas a nivel internacional en Occidente desarrollado, superando incluso a sus mentores de Venezuela y Cuba, de quienes aspira terminen por reconocerlo como su sucesor.
A Julián seguro le encantaría ser colaborador de Camilo Samán, donde manejaría el verdadero poder: el del dinero. Aprovecharía para obtener un préstamo para una sanduchería, o para comprar un ingenio azucarero, adquirir una camaronera, o una plantación bananera para exportar a Irán o Venezuela. De manera incondicional recibiría asesoramiento adecuado y junto con una pléyade de jovencitos impecablemente vestidos como él, con telas importadas de fina calidad, ser otro de los prósperos miembros de la nueva boliburguesía criolla.
Podría por supuesto ser el representante de los gobiernos aliados de la revolución. Entiendo que aún está vacante el consulado honorario de Siria, el de Irán, el de Bielorusia en Guayaquil, ciudad donde podría hacer grandes relaciones con los acólitos y amigos de la infancia de Correa recién cambiados a Samborondón, lugar de residencia de todo aquel que se de pisto de dirigente revolucionario del “socialismo del siglo XXI” como sería el caso del asambleísta “mimado” de Correa, Rolando Panchana, denunciado por haber traído sendos contenedores para amoblar su nueva residencia y del amigo íntimo, Ricardo Antón, acusado por la Contraloría por haber ocasionado un millonario perjuicio al Estado por la compra irregular de chalecos inservibles cuando estaba a cargo de la Comisión de Transito.
Assange, a través de sus nuevas conexiones empezaría a frecuentar los lugares más selectos, más “chic”, y exhibir para la envidia de los gigolós locales, sus dotes de seductor internacional de izquierdas. Se complacería en conocer que, de acuerdo a las leyes y moral revolucionaria correísta, en el Ecuador jamás se consideraría delito aquello por lo que se lo acusa en Suecia.
Los domingos, después de algún cumpleaños o matrimonio sonado (cuyas fotos se publicarían con él junto a los novios, en las páginas sociales) podría ir como invitado de honor de un selecto grupo a deleitarse, como buen revolucionario, desde una lujosa suite particular, de un partido de fútbol en el estadio Capwell. Seguro que en poco tiempo podría convertirse en dirigente de Emelec, equipo del que Correa es fanático, quien con sólo alzar el teléfono consigue millonarias “donaciones” de la PDVSA del dictador Chávez, para contratar los mejores del “deporte de masas”, lo que es motivo de orgullo para los partidarios correístas. Como nota folclórica, de regreso a Samborondón pasarían por los lugares que durante su juventud frecuentaba el máximo líder con sus amigos, para además de admirar algunos lugares turísticos, observar si hay alguna esporádica pelea callejera o un “hombre muerto a puntapiés” y que de esa manera Assange pueda comprender un poco como se forjó el carácter y espíritu del gran líder. Durante la temporada de playa podría disfrutar de los paseos en el flamante yate de alguno de los prósperos revolucionarios, quienes lo impresionarían con sus relojes de colección, pesadas cadenas de oro, y atuendos marineros de marca, reflejo de su nuevo buen gusto y refinamiento, resultado de la gran transformación que esta ocurriendo en el país. Y si le gustan los deportes y riesgos extremos tendría la opción de practicar el paracaidismo en Salinas, para lo cual no faltarían las advertencias y explicaciones del caso, de parte de algún edecán comedido.
Con sus dotes de comunicador podría perfectamente ser parte del pudiente grupo de los hermanos Alvarado, considerados de raigambre social cristiana, ex colaboradores de Mahuad y Abdalá Bucaram, y que hoy forman parte del selecto club de los revolucionarios “nuevos ricos” como los calificó una ex aliada del movimiento indígena (actualmente perseguido por el gobierno) lo que le significó enfrentar un juicio millonario, y que hoy en día forma parte de la oposición de izquierda que acusa a Correa y sus amigos de traición y oportunismo. Lo más probable es que le propongan hacerse cargo de la “cuenta” para la estrategia de comunicación a nivel mundial del “nacional correísmo” y la difusión de los “aportes teóricos” del gran líder al pensamiento de izquierda sobre la “prensa corrupta”, trabajo que le permitiría en poco tiempo construir su propio emporio empresarial. Podría ampliar su actividad informática a la de encuestador, lo que aumentaría sus ingresos a la vez que daría mayor credibilidad a las “encuestas” contratadas de Cuesta y Pérez, cuyos programas de computación fascinarían a Assange, sobre todo por su capacidad para multiplicar de manera siempre muy conveniente los resultados obtenidos.
Es cierto que los revolucionarios de la Sierra no se van a quedar atrás, y hasta por halagar a su líder (son burócratas experimentados y lo conocen bien) invitarían a Assange a ser parte de su grupo. Fernando Cordero, Fander Falconí, María Fernanda Espinoza, Galo Mora (entre muchos otros importantes que por falta de espacio no cito), le harían varias sugestivas propuestas, le dirían que lo admiran, que es un genio, un revolucionario digno de servir a “Correan el magnífico” , le pedirían que les hable en inglés y en voz baja le dirían que no haga caso al pedido de colaboración de “El Telegrafo” o “El ciudadano” pues son diarios sin ninguna categoría ni prestancia intelectual que nadie lee, y que son más una carga que otra cosa. En cambio si le recomendarían aceptar la invitación de TV Publica para una entrevista “warm” con mucho “charm” (que le fascinan al líder máximo) y a través de los cuales podría tener acceso al nuevo guru del periodismo internacional, Jorge Gestoso.
Con el compañero alcalde de la ciudad organizarían una inolvidable ceremonia de condecoración; lo nombrarían “ciudadano de honor”, directivo del partido único ganador de todas las elecciones, le entregarían la llave de Quito, lo llevarían en un lujoso “todo terreno” recién estrenado, a conocer en un viaje de más de dos horas, el “nuevo aeropuerto”, en cuya ocasión le regalarían un poncho especial de última tecnología para las nubes de polvo. Habría una fabulosa recepción en la FLACSO, que probablemente terminaría con una buena guitarreada en alguna mansión boliburguesa de la “Izquierda Versallesca”, para usar la expresión acuñada por Miguel Donoso y donde sólo asisten escogidos de la “familia”. Procurarían buscarle alguna actividad turística el sábado, para así evitar que sea testigo del bochornoso espectáculo del “enlace ciudadano” colmado de escenas esquizofrénicas de incontenible sarcasmo y rabiosos insultos, que los llena de vergüenza y les cuestiona su frágil sentido del honor. De una manera más reservada, el primo de Correa, Pedro Delgado, de mucho poder pero más modesto social e intelectualmente y con menos pretensiones que sus colegas revolucionarios de Quito y Guayaquil, con residencia permanente en Miami donde recién adquirió una propiedad de US 385.000; a cargo de secretas negociaciones con Irán (todo lo cual fue objeto de una denuncia en Univisión) lo invitaría a una de las haciendas de su uso personal para una “corrida”, en la que no faltaría el buen vino y un exquisito asado. Delgado querría impresionar bien a Julián, y se esmeraría en demostrar sus cualidades de gran anfitrión internacional, aprendidas algo en Florida, pero sobre todo de sus visitas a Moscú y Teherán, y aprovecharía para hacer más de una demostración acrobática taurina. Una ambulancia estaría “por si acaso” asistiendo el evento. Justo en los postres le pediría su apoyo para unas cuantas transferencias secretas, que por supuesto serían “tillos” (piece of cake) para el australiano.
En ambos grupos revolucionarios, de la Costa como de la Sierra, ya no le presentarían a sus coidearios, ex dirigentes, caídos en desgracia en las intermitentes guerras internas pero intensas del mundo de “Alianza País”, como es el caso de Diego Borja, Raúl Carrión, Roberto Cuero.
En poco tiempo conocería todos los ministerios, subsecretarías y burócratas de alto rango, menos lo correspondiente a Petroecuador, para prevenir que a futuro se le ocurra enviar “wikileaks” de lo que allí sucede y generar un nuevo escándalo. Assange educadamente se excusaría sin embargo. En el fondo dichos personajes, ansiosos por hacer notar su refinamiento, categoría o poder, le parecerían (excepto por Ramiro González) aburridos, burócratas poco ambiciosos, bucólicos, en comparación con los listos y extrovertidos “hombres de negocios”, ex aliados del PRE en Guayaquil.
Está finalmente el grupo más poderoso, a nivel nacional e internacional, el “grupo Correa”, donde si bien hay una suerte de pugna por el poder económico y político entre sus miembros, Assange seguro encontraría una plaza como lobista internacional. Para demostrar su amistad les terminaría de revisar para su tranquilidad todas las transferencias necesarias a Bélgica, Suiza y otros países, trabajo que le generaría fama y una clientela espectacular entre los revolucionarios. También corregiría cualquier fuga de información sobre contenedores traídos de otros países y entuertos menores. Tremenda plaza!. Con su carisma y personalidad haría bien en ofrecerse y servir de mediador para solventar las diferencias familiares. Estamos ya en campaña y sin duda podría ser parte de la comitiva para recaudar fondos a nivel nacional e internacional, así se empieza.
Aunque no sea su deseo, por lo menos en calidad de miembro ad honorem, en las noches de los martes, y de repente uno que otro sábado, le pedirían que brinde “una manito” al CNE, institución que requiere asegurar que se cumplan los designios de la de la “revolución permanente” de Correa.
Todas estas son posibilidades reales, aunque suenen cómicas y surrealistas, propias del submundo de la “revolución ciudadana”, pero que si Julián se demora en viajar a Quito podrían esfumarse de un momento a otro, una vez que se ponga en evidencia que los beneficios de corto plazo de la alianza del “tal para cual” no justifican los perjuicios económicos y políticos de largo plazo, lo cual reviraría al dictador quien sin el menor reparo buscaría una “salida diplomática” para su extradición a Suecia.
Menudo dilema para Julián Assange, tomando en consideración también que en el caso de que sobreviva en la prisión de Correa, tendrá igual que aceptar la posición que sobre su caso asuma el nuevo gobierno que restaure la democracia en el país el próximo febrero.